Por: Carolina Contreras
Hace unos días empecé a leer un libro que tenía por ahí, bastante desatendido; el Diccionario de símbolos de Juan-Eduardo Cirlot, que, entre sus múltiples regalos, tenía esta definición de agricultor:
“Entre las profesiones elementales, la del agricultor reviste un especial significado, no solamente por verificarse su trabajo en las zonas sagradas de las semillas, los brotes, las flores y los frutos, sino por corresponder al orden cósmico manifestado en el calendario, en la continuación cíclica de acontecimientos terrestres que se ajustan a un movimiento celeste, correlación esencial en el pensamiento astrobiológico. El agricultor es, en consecuencia, el conservador de los ritos agrarios unidos a la expulsión del <<año viejo>> y a la llegada del <<año nuevo>>.
Trasponiendo esta figura al plano de la significación espiritual, aparece como activador de las fuerzas de regeneración y salvación que ligan todo principio y todo fin, encadenan el tiempo, el sucederse de las estaciones y la resurrección de la vegetación. La agricultura fue esencial, no ya para el desenvolvimiento de la economía primitiva, sino para la formación del sentimiento cósmico en el hombre.
Dice Mircea Eliade con palabras insuperables por su exactitud: “Lo que el hombre vio en los cereales, lo que aprendió en el trato con ellos, lo que le enseñó el ejemplo de las semillas que pierden su forma bajo tierra, esa fue la gran lección decisiva… En la mística agraria prehistórica está anclada una de las raíces principales del optimismo soteriológico: que el muerto, igual que la semilla sepultada en la tierra, puede esperar la vuelta a la vida bajo una nueva forma”.”
Cirlot, Juan-Eduardo, Diccionario de Símbolos, Editorial Labor, S.A., Barcelona, 1992, pp. 52 y 53.
Me sentí tan honrada y feliz al leer esas palabras, que no pude sino agradecerle a la vida por haberme traído al campo, por convertirme en agricultora y sumergirme en los procesos de la tierra, por mostrarme la influencia infalible de los astros en las plantas y seducirme lo suficiente para llevarme a comprar los primeros libros de Astrología, que ahora no puedo soltar.
Hoy está siendo la gran conjunción de Neptuno y Júpiter en Piscis.
Júpiter, el gran benefactor y expansor del horóscopo, el regente del optimismo extremo, la búsqueda del crecimiento y la libertad, la religiosidad y los asuntos espirituales, la sabiduría y el conocimiento elevado, los viajes, la suerte, la amplificación, la educación, la escritura, las publicaciones y la diversidad, está tocando a Neptuno.
Neptuno es el regente de la casa 12, arquetipo fantástico de lo nebuloso, de la disolución de los límites, de los sueños, el psiquismo, el inconsciente colectivo, lo farmacológico y lo transpersonal, de la música y el arte sublime, de lo etéreo e inmaterial, de lo místico y lo misterioso, de las aguas, de la confusión, las emociones y el significado de la existencia.
Con la conjunción Júpiter-Neptuno en Piscis vamos a tener una mayor capacidad de contacto con el mundo de la imaginación y vamos a ver un impulso muy positivo en el campo espiritual, en el de los genios inspirados que viven más allá de los límites, que rompen lo establecido y trascienden los paradigmas.
Esta conjunción llega para inspirarnos a niveles insospechados, a llenar de potencia y dinamismo nuestros sueños, a devolvernos las ganas de vivir y agrandar la felicidad que podemos conocer, a reconocernos como seres poderosos y compasivos, capaces de manifestar y expandir nuestra consciencia.
Para poder expandirla, tenemos que ser capaces de expresar nuestra consciencia.
¿Sabes de qué se trata la tuya?
¿Sabes a qué responde tu consciencia?
Lo que le debemos a la vida es llegar a ser lo que somos.
¿Sabes quién eres?
¿Sabes qué estás haciendo acá?
¿Sabes para qué estás vivo?
¿Sabes por qué elegiste estar vivo justo en el momento en el que la humanidad está dando un importantísimo salto espiritual?
Hoy puedo decir que siento muchísimo placer y alegría por estar viva.
Qué privilegio tan grande vivir en esta era, poder presenciar la evolución de la humanidad y hacer lo que pueda para elevar la vibración de este planeta.
La vida está ahí, el mundo está ahí, como un juego, un espacio infinito de posibilidades en el que cada uno puede crear lo que imagina y sueña.
El planeta que compartimos es el resultado de los sueños combinados de los seres que habitan este lugar. De su intención, de su potencia, y de la claridad y coherencia de su visión.
Todos podemos ser la mejor versión de nosotros mismos.
Todos tenemos defectos y virtudes, dones y cualidades. Que además están cambiando todo el tiempo.
Entonces, aprovecha las partes que más te gusten de la persona maravillosa que eres y dedícate a conocerte mejor.
En el momento que menos te lo esperes te darás cuenta de que, al conectar con tu esencia, al dedicarte a encontrar lo que tienes para dar, lo que tienes para amar, puedes llegar a descubrir, como el agricultor, que “el muerto, igual que la semilla sepultada en la tierra, puede esperar la vuelta a la vida bajo una nueva forma”. Y ahí le darás un giro total a tu existencia.
Hay que morir para vivir!!
Cierto. Después de eso empieza la verdadera vida. Un abrazo enorme!